110 "virtudes" de los hombres que odiamos las mujeres

Son babosos: no pueden evitar mirar mujeres en el restaurante, en la calle, en el club, en la tele... en todas partes... ni pueden disimularlo. Se duermen apenas terminan de hacer el amor. Nunca encuentran nada y para sacar una camisa, desordenan todo. Perdieron la habilidad de arreglar cosas: no saben arreglar nada de la casa, pero se ofenden si llamas a un fontaneros, electricistas, ... Son fanáticos del control remoto, y no paran de hacer zapping, viendo una milésima de segundo cada canal (a no ser que encuentren unas tías en pelotas o un partido de fútbol). Mojan la tapa del lavabo , por más que la madre se lo haya tratado de inculcar desde chiquito, ellos no aprenden nunca. Jamás sirven la comida y esperan junto a los niños que una les llene su plato. Son guardaespaldas, de sus hijas y hasta de sus madres y hermanas. Odian preguntar por dónde llegar a un lugar, y dan mil vueltas cuando se pierden, pero aun así jamás preguntan. Dejan invariablemente toda la ropa que se sacan en el piso. La toalla... ¡jamás la cuelgan en el toallero! Fuman en la habitación, en el auto, en el baño, y no les importa el olor impregnado. Se cambian de ropa muchas veces al día, pero no la lavan ni mucho menos la planchan. Cuando cocinan, si lo hacen, ensucian todas las ollas, sartenes, cuchillos, y demás utensilios de la cocina y nunca lavan los platos. Cuando cocinan, condimentan con todo lo que hay en la casa, hasta que no sabés si estás comiendo pollo, pescado o ravioles. Compran entusiasmadísimos cosas insólitas que nunca sirven para nada. Gastan fortunas en herramientas que jamás van a usar. No son capaces de resolver ninguna tarea escolar de los hijos. Si se enferman, sufren y demandan como si un resfrío fuese una enfermedad terminal. Son incapaces de recordar una fecha de celebración importante, con los años aprendes a recordarle cada aniversario. Si salen a pasear, esperan sentaditos en el auto mientras vos vestís a los chicos, preparás el mate, buscas abrigos para todos por las dudas, y encima se enoja porque no entiende por qué tardas en salir. No saben guardar, cuando arman una valija, meten todo arrugado y nada les cabe. No saben comprar ropa: ni para la esposa, ni para los hijos... ¡ni para ellos! Dejan pelos en el jabón. Se ponen talco en los pies y dejan medio pote desparramado en el piso. No cierran los envases de nada, terminan de cenar, se van a dormir y dejan la mayonesa (y/o todo) fuera del frigorífico. Si se bañan, el baño queda inundado. Usan tu champú que compraste especialmente para tu tipo de cabello, y se ponen un montón. Si tenías que usar el baño y se meten ellos con una revistita… , y tienes para 2 horas de espera. Es imposible que pongan un rollo de papel higiénico en el baño.

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Odian el bidé a pesar de que siempre manchan los canzoncillos. Nunca recuerdan los nombres de tus amigas, primas y vecinas. Te destapan cuando duermen. Son una máquina de producir y emitir gases. Tienen la maldita manía de escupir. Cuando estás dormida, ellos prenden la luz, hacen mil ruidos, se tropiezan con todo hasta que te despiertan. Se emboban con las revistas y películas porno. Son inútiles totales si tus hijos se lastiman, no son capaces de reaccionar y se convierten en parte del problema. Van a una reunión de padres sólo si se produce un milagro. Son todos mameros: a mamita no la toqués, mamita cocina excelente, mi mamita sabe qué cosas me gustan. No saben usar ningún electrodoméstico: el lavarropas para ellos es ciencia ficción. La aspiradora... un artefacto de alta complejidad. Cuando compran regalos gastan mucho y nunca aciertan con el gusto, las medidas, las funciones ni con nada. Cuando le pedís ayuda para que arregle algo o para realizar alguna tarea doméstica, arman tal desorden que preferirías mejor tenerlo sentado viendo tele. No le dan los remedios a los chicos, ni registran dosis, tipo de remedio, y horas en que deben ser tomados. Arman programas sin pensar en lo más mínimo en la organización de la casa ni en los compromisos de los demás integrantes de la familia. Siempre hacen mala cara cuando se trata de adquirir cosas de la casa... no les gusta gastar, aunque después, por un chiche para el auto son capaces de endeudarse hasta la ruina. No saben bailar, ni les gusta, ni le ponen onda. Se duermen cuando ven películas que no sean de autos estallando o tipos ametrallándose. Los amigos de él deben ser siempre bienvenidos, aunque sean unos tarados insoportables. Ven fútbol, ven fútbol, ven fútbol. Como dicen que trabajan mucho, los fines de semana no quieren salir ni a la vereda porque ellos no están nunca en casa. Cuando duermen la siesta quieren que el mundo se paralice y que no vuele ni una mosca. Se levantan de la siesta de mal humor, principalmente los fines de semana. Cuando están sentados a la mesa, no se levantan para buscar nada que falte, y le piden cosas a todos los demás. Si van con de compras, te amargan el paseo y no puedes ver los escaparates. No se hacen cargo de las mascotas, les encantan, dicen que son de ellos, pero jamás los lavan, ni los alimentan, ni los pasean, ni nada. Creen que las plantas son minerales: son incapaces de regar ni una sola macetita. Son obsesivos con los ruidos que hace el auto. Critican a todas las mujeres que están manejando. Insultan y bocinean a todo el mundo cuando manejan. Se creen todos corredores de Fórmula 1, y no soportan que un auto los pase. Son insoportables con el auto, no quieren que los chicos lo ensucien, ni que coman adentro, ni que se muevan y pretenden que lo atiendan como a un rey porque maneja. Con los amigos mantienen una vinculación de logia, y jamás cuentan las macanas que se mandan, aunque sean obvias y públicas. Son cabezaduras, y porfiados, y siempre quieren tener razón. No son románticos ni sensibles, y piensan que es una taradez celebrar los aniversarios. Al comienzo de una relación, te regalan flores, chocolates y hasta te escriben cartas. Una vez que se establece la historia, apenas si te dan un beso para el cumpleaños. No cuentan jamás detalles de nada, es más, nunca registran los detalles de nada. Describen pésimamente a las personas: un flaco morocho medio grandote... seguro que es un robusto castaño que parte la tierra. No registran ningún cambio: pusiste cortinas nuevas y ellos lo notan seis meses después. Te cambiaste el corte y se enteran cuando ya te creció de nuevo. Cuando juegan con los chicos, arman peor desastre que si invitaras a todos los compañeritos de tus hijos a festejar carnaval. Son bestias que no saben nunca cuando callarse, y te hacen pasar papelones con todo el mundo. Ponen los pies sobre la mesa y se rascan… la entrepierna. Jamás se fijan si tienen barro en los zapatos y te ensucian el piso que acabás de lavar. Todo lo que dice o hace tu madre, les parece mal, sea lo que sea. Son exagerados con el dolor físico. Si tuvieran que parir, se volverían locos. Hablan por teléfono tan fuerte, como si el otro tuviera que escucharlos sin necesidad del auricular. En los casamientos se descontrolan, toman siempre demás, y después venís rezando para que no te toque el control de alcoholemia. Cuando hay parejas en una reunión, se aglutinan con los demás varones, y nunca integran a las mujeres en las charlas. Cuando viajan, no se ocupan de los DNI de los chicos, de llevar los pasajes, de llevar remedios, de llevar pasaportes, ni de nada que sea verdaderamente funcional y necesario. Siempre quieren ponerse ESA camisa que justo no planchaste. No planchan. Cuando terminas de tender la cama, ellos vienen y se tiran encima y la desarman. No saben ni cómo funciona ni la escoba ni el escobillón. En los asados, se pasan de copas, y les da por brindar por cualquier estupidez, así sea un domingo cualquiera. Son obsesivos con su lugar en la mesa, que no ceden ni aunque venga el presidente de la nación a tu casa. Si estás viendo una novela o una película romántica, empiezan a rebuznar y a criticar. Se enloquecen si les falta un tornillo, una herramienta, o eso que ellos aseguran tenían bien guardado y alguien se los sacó. Abren la nevera y la mantienen abierta dos horas hasta que deciden qué comer o sacar. Se meten en la cocina mientras cocinas, y “prueban” bocaditos de todo lo que estás haciendo. No saben hacer masajes, aunque les encanta que se los hagan, ellos no le ponen onda. Vienen todos transpirados de jugar al fútbol, se descalzan, se ponen a tomar una cerveza, y no se hacen cargo de que despiden un olor insoportable. Al sexo quieren hacerlo de una, y no les gustan los preliminares. Cada vez que estás en el baño, ellos te apuran porque quieren ir justo en ese momento. No tienen paciencia cuando te estás arreglando y te apuran porque no quieren llegar nunca tarde, a donde sea. Comen con la boca abierta y hablan mientras mastican. Les encantan sus remeras destruidas, y no hay forma de que se las puedas tirar. Cuando hablan por teléfono contestan con monosílabos, y te critican si hablas con tu amiga porque dicen que los teléfonos no son para tener charlas, sino para pasar información. Cuando los hijos le piden permiso, contestan: “Hablá con tu madre”. No se levantan a la noche cuando los hijos llaman, después los chicos terminan pidiendo sólo por mamá. No atienden cuando les hablas. Ensucian la ropa peor que los chicos. Quieren tener sexo a cada rato. Son chismosos, pero acusan de ese defecto a las mujeres. No se cuidan en las comidas y después andan protestando porque están gordos o algo les cae mal. No reconocen nuestros logros, a ellos hay que aplaudirlos. Roncan como focas. Eructan como ogros. Limpian su nariz y sus orejas en público. Se creen que son los mejores en la cama, Brat Pitt es Brat “Pitito” al lado de ellos. Mejor dejamos aquí…

Comentario: Si es que no se por qué los queremos.

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